Elizabeth y Fran vivían en un pueblo alrededor de Londres.
Eran una pareja muy humildes, más bien pobres a duras penas podían comprar comida y llegar al final del mes. Casi nunca podían pagar el alquiler a tiempo y eso que ella se mataba a trabajar en limpieza y él como portero, pero resulta que los trabajos de Elizabeth no eran fijos y era muy difícil en aquellos tiempos mantenerse.
Elizabeth es una chica guapísima con tez clara y ojos verdes, pero lo que más destacaba en su belleza; es su cabello tiene un pelo largo sano color del sol.
Fran todavía se recuerda que no podía contenerse ante su belleza cuando la vio por primera vez.
Ahora ya es historia; Elizabeth y Fran llevan cinco años casados, queriéndose mucho uno al otro. Y durante todos estos años nunca han podido celebrar las navidades o comprar regalo uno al otro, claro por falta de dinero.
Aquella noche era la víspera de nochebuena, a Fran le entró aquella tristeza como cada año por no poder comprar ningún regalo a su querida esposa.
Es una mujer tan especial se dijo, nunca me ha pedido nada.
Esta vez, pensó estas navidades tengo que romper con la maldita tradición y comprarle algo especial a mi mujer, una joya, o algo que le haga feliz.
Así que sin pensarlo dos veces, se fue a su armario en un cajón bien escondido encontró el reloj de oro de su difunto abuelo que tanto guardó con cariño, pero como era reloj que se lleva colgado en la chaqueta con una cadena. Y él no tenia dinero para comprarla así que llegó a la conclusión lo mejor sería venderlo y con este dinero comprar el regalo de navidad a Elizabeth.
El día siguiente tras terminar la jornada laboral ha cogido el tren para el centro de Londres, allí se encontró con las luces de las calles, estaban encendidas y un ambiente de felicidad se sentía en el aire, todo el mundo estaba emocionado con los regalos que han comprado y con lo que iban a recibir. Todos tenían las manos llenas de bolsos.
Eso le motivo todavía más ir corriendo a la tienda de relojería y vender su reloj sin negociar ni siquiera el precio.
Tras venderlo, tan emocionado, hizo su primer paso entrando a una tienda de joyas, nunca ha visitado antes en su vida una tienda de joyas, todo le pareció bonito, pero tan caro.
¿Qué clase de gente pueden gastar tanto dinero se preguntaba así mismo?
Tras pasar horas frente a esos escaparates, o eso le había parecido, en este lugar tan ajeno, se encontró con un sujetador de pelo precioso lleno de perlas, le recordó de inmediato a Elizabeth. “le quedaría tan bien con su pelo” – le dijo a la dependienta que le miró algo extraña.
Corriendo para poder coger el metro vuelta a casa, lleno de emoción y alegría, no se podía ya esperar ni un segundo. Quería ver la cara de felicidad de Elizabeth.
Corriendo abrió la puerta de su casa;¡Eli! Elizabeth la llamó emocionado, mira lo que tengo para ti.
Cuando Elizabeth entro al recibidor; parecía que Fran iba a desmayar, no dió cerdito a lo que vieron sus ojos, Elizabeth estaba con el pelo corto, corto como de un niño.
“¿te gusta mi nuevo look cariño?”
“Que has hecho con tu pelo” extraño él
“Lo vendí en una tienda de pelucas para comprarte la cadena de reloj de tu abuelo.” “Es un regalo para ti”
Fran se enmudeció, se sentó en la silla y le enseño a Elizabeth su regalo….
